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Artículo publicado en elDiario.es el 29 de marzo de 2017
ARTÍCULO PUBLICADO POR MARIA OVELAR EL 13 MAR 2021 - EL PAIS
CASI UN AÑO DESPUÉS:
¿QUÉ FUE DE LAS MUJERES DE ALCALÁ DE GUADAÍRA?

En breve se cumplirá un año del cierre del Centro Penitenciario de Mujeres de Alcalá de Guadaíra, en la provincia de Sevilla, único centro hasta entonces, exclusivo de mujeres en Andalucía y es momento de preguntarnos qué fue de las casi 80 mujeres que cumplían condena en este centro y cómo vivieron el cierre y su traslado.
Este cierre, en principio, parece que obedece a la idea de conseguir que no exista dispersión y desarraigo de las mujeres privadas de libertad, de tal manera que no se vean alejadas de sus residencias habituales y sus seres queridos y obligadas a cumplir su pena a muchos kilómetros de lo que fue su hogar. De esta manera, el apoyo familiar y los lazos con la comunidad no se rompen y se favorece la reinserción social.
Por tanto, bienvenida la tendencia de futuro de que los centros penitenciarios sean mixtos, eso sí, siempre que exista una integración plena en tratamientos, actividades, destinos, talleres productivos..… porque no dudo de la intencionalidad positiva de la decisión, pero tras la experiencia vivida, al menos por ahora.… no la encuentro.
Ya en los meses previos al cierre, se respiraba mucho nerviosismo, angustia, indecisión sobre si solicitar traslado a otras provincias que ya tuvieran módulos de mujeres, también había quien manifestaba miedo; todo ello muy lógico si pensamos que el traslado sería a un centro diseñado por y para hombres, salvo unos años en los que existió una unidad mixta. Y por qué no decirlo, se notaba en el ambiente cierta incredulidad, debido a los anuncios previos de cierre que quedaron en meros conatos. Recuerdo una chica que estaba muy preocupada por su traslado al mismo centro donde se encontraba su agresor, con quien tenía una orden de alejamiento y desconocía la solución que iban a aplicar porque. no lo vais a creer, pero alguien en algún momento planteó su traslado a un centro en otra provincia pese a ser la víctima y con menores a su cargo…
Es cierto, que si bien Alcalá de Guadaíra no era un centro penitenciario al uso, con sus peculiaridades, carencias y rozando lo que pudiera parecer un colegio mayor pero de máxima seguridad, si se me permite el símil, en los últimos años había cambiado considerablemente, con su apertura a las entidades sociales para que pudieran intervenir y desarrollar programas, cubriendo necesidades de las mujeres que allí cumplían condena, necesidades que a la administración le resultaba imposible cubrir. Prueba de ello, el Consejo Social Penitenciario Local fue creciendo en número y generando una magnífica coordinación entre el equipo técnico y directivo y el tejido asociativo.
La estructura del centro, convertido desde hacía años en su totalidad en módulos de respeto, no permitía una extraordinaria separación interior, pero con los años habían conseguido al menos una mínima división por perfiles. Y así, se dividía en tres áreas: La de mayor número de módulos era de respeto y aglutinaba el grueso de la población penitenciaria, en el que fue módulo de madres se organizó el módulo de extra respeto donde se incorporaban perfiles primarios, jóvenes, algunas personas de edad avanzada, mujeres sin adiciones.. y por último, nos encontramos con el módulo de aquellas que estaban con destino en cocina. Estando situados estos dos módulos en una zona intermedia entre el centro de cumplimiento en sí y la zona de oficinas de gestión y dirección. La escuela y el médico estaban en el interior, por tanto, las mujeres del módulo de extra respeto y cocina podían transitar desde sus módulos al interior, siguiendo los controles y las normas oportunas.
Añadiré que la decoración dulcificaba la imagen que se puede tener del interior de un centro penitenciario y se palpaba el sesgo de género con sus cortinas y sus bordados, imagen favorecida por el remanso de paz de sus alrededores; que pese a ello, no evitaban la dureza de estar cumpliendo una pena privativa de libertad.
Al hilo de esto, también recuerdo algunas mujeres, sobre todo primarias, que nos comentaban que habían solicitado traslado desde otros centros penitenciarios de Andalucía, aun cuando Alcalá estuviera más lejos de sus domicilios, porque sentían verdadero terror estar en aquellos centros y en sus primeros meses lo habían pasado muy mal.
Como dato puntual a resaltar del funcionamiento diario, deciros que iniciaban el día con una asamblea en la que participaban junto a las mujeres privadas de libertad, trabajadoras sociales, educadores, psicóloga y se compartían e intentaban resolver conflictos que se hubieran podido generar, además de la organización de tareas, bienvenidas a nuevos ingresos si los hubiera… y lo que las necesidades del momento hicieran preciso. Por tanto, diariamente tenían contacto con el personal técnico no sólo con funcionariado de vigilancia.
Además diariamente, contaban con múltiples actividades, tanto en horario de tarde como de mañana, de tal forma que algunas nos decían que se les pasaba el día enredadas en mil cosas.
Muchas de estas mujeres tienen problemas de salud mental y es de resaltar la buena y eficaz práctica que se daba en las reuniones mensuales del PAIEM (módulo para personas con problemas de salud mental) donde intervenía siempre el psiquiatra, personal técnico de prisión y entidades sociales, obteniendo una valoración integral de estas mujeres y el itinerario a seguir para su programa individualizado de tratamiento.
Antes del cierre definitivo, muchas mujeres solicitaron traslados a otras provincias y otras tantas, fueron clasificadas en tercer grado por cumplir el perfil y los requisitos para ello. Al menos, el cierre sirvió para la excarcelación de algunas mujeres que, de lo contrario, habrían terminado de cumplir sus condenas en segundo grado.
Si has llegado hasta aquí leyendo pensarás que el centro penitenciario de Alcalá de Guadaíra era un lugar idílico para cumplir una pena de prisión, pero no era el objetivo de estas letras, porque como os decía, este sistema adolecía de grandes carencias; eso sí, como dice el refrán otros vendrán que bueno te harán …
Y así llegamos a que un día, previamente anunciado, estas mujeres que cumplían su condena en un centro pequeñito pensado por y para las mujeres, con su organización, estructura, particularidades, carencias… y su separación interior (mínima pero existente) son trasladadas en dos "tandas" a un centro penitenciario hasta la fecha exclusivo de hombres y metidas, al rededor de unas 60 mujeres, en un único módulo de la unidad de cumplimiento, todas mezcladas, jovenes, mayores, con o sin adiciones, con o sin problemas de salud mental, primarias, reincidentes, etc… De la noche a la mañana, de un centro entero en exclusiva para ellas, se pasó a convivir todas juntas en un sólo módulo, sintiéndose abandonadas y olvidadas, y transcribo literalmente.
La entrada fue de lo más esperpéntica, según nos relataron días después, ya que se sintieron como en una feria de ganado en el que al pasar el público presente va escogiendo la res que más le interesa o gusta, hasta terminar en el redil.
En las primeras semanas, si no meses, las peleas y conflictos eran constantes, llegando en muchas ocasiones a las manos, ya no tenían sus asambleas diarias con el personal de prisión y la gestión de conflictos en ese panorama que estaban viviendo era complicada y más bien el módulo era un "polvorín". Las caras conocidas que en sus últimos meses e incluso años de vida las habían acompañado y las conocían a la perfección, no se habían incorporado aún en su mayoría ya que estaban esperando la aprobación de los destinos. Así en este panorama, la situación era tan preocupante que, con buen criterio, se habilitó otro módulo (de respeto) para así establecer una mínima separación por perfiles en otra unidad, la denominada Unidad Mixta. Pero, yo me pregunto ¿dónde dejamos el sufrimiento vivido, era necesario, no se podían haber previsto estas circunstancias y haber evitado una doble penalidad?
¿Y tuvieron mejor fortuna aquellas que se marcharon a otras provincias donde los centros penitenciarios contaban ya con la experiencia del funcionamiento de un módulo de mujeres? Pues según nos cuentan algunas de ellas, no fue así, al menos con las que hemos seguido el contacto y terminaron en centros en los que solo hay un sólo módulo de mujeres sin ninguna separación interior de perfiles. Pensaron que por estar consolidados los módulos estarían mejor organizados, con más destinos, actividades… algo parecido a lo que habían dejado atrás; por lo que se arrepienten de su decisión.
En la actualidad, en general, existe mucha desmotivación entre las mujeres privadas de libertad, mucha prescripción farmacológica, deterioro por consumo de tóxicos y demanda de actividades y mayor atención; Y podría decirse que con el traslado (sea cual sea el centro penitenciario donde hayan terminado) han pasado a tener calificación de población penitenciaria de segunda y tener que compartir con la población mayoritaria su vida diaria, y ya sabemos lo que suele ocurrir con las minorías.
Así, para terminar, espero haberos contestado a la pregunta con la que iniciamos, pero os dejo otra en el aire:
Siendo las mujeres una minoría en el sistema penitenciario al representar el 7,2% de la población penitenciaria, y viendo las deficiencias y carencias existentes el sistema, no tendríamos que preguntarnos si, ¿no es momento de revisar el modelo actual de cumplimiento de penas privativas de libertad y la organización y estructura de los centros penitenciarios, para que las mujeres dejen de ser población penitenciaria de segunda?
MARIA LUISA DIAZ QUINTERO
ABOGADA (Sevilla)
