PSICÓLOG@S DURANTE.
"Si pudiéramos empezar a ver gran parte de la enfermedad
no como un desafortunado incidente o un aciago misterio, sino como «la consecuencia esperable, y por tanto, normal, de unas
circunstancias anormales y antinaturales», las implicaciones en nuestra forma
de abordar todo lo relacionado con la salud serían revolucionarias. Los
dolientes cuerpos y mentes que hay entre nosotros no se considerarían ya
expresiones de patología individual, sino alarmas vivientes que dirigen nuestra
atención hacia lo que se ha torcido en nuestra sociedad, y hacia el hecho de
que las certidumbres y los supuestos dominantes relacionados con la salud son,
en realidad, ficciones. Si los viéramos con claridad quizá incluso nos
proporcionarían pistas sobre qué haría falta para cambiar de rumbo y construir
un mundo más sano".
Gabor
Mate. "El mito de la normalidad"
Voy a intentar fundamentar la
necesidad de atención psicológica por parte de las personas presas durante su
estancia en la cárcel.
Por una parte, ANTES DE
INGRESAR EN PRISIÓN, para evitar las conductas que se establecen como
constitutivas de delito, se requiere el desarrollo de un sistema nervioso capaz
de controlar y modular los estímulos y tomar decisiones que no pongan en
peligro a otras personas ni a sí mismos.
Actualmente es un hecho probado
que las vivencias adversas en la primera infancia configuran el desarrollo del
Sistema Nervioso de forma divergente comprometiendo algunas estructuras
cerebrales involucradas en la regulación o modulación emocional y el control de
impulsos.
La regulación o modulación
emocional es la capacidad para mantener nuestros afectos, emociones y
sentimientos dentro de un rango que nos permita un comportamiento eficiente y
adaptado.
El funcionamiento integrado del
sistema nervioso del adulto es la culminación de un proceso de crecimiento que
comienza muy temprano, a las cuatro semanas de concepción, y que no termina
hasta entrada la tercera década de la vida. Nacemos con un sistema nervioso por
hacer. La consecución de una buena integración depende desde el principio del
establecimiento de un vínculo interpersonal significativo. El bebé no puede
lograrlo sólo, o por lo menos no puede lograrlo sólo de una manera adecuada.
Necesita una figura de apego suficientemente buena: otra persona que le cuide y
le trate bien.
Los chicos y las chicas que
sufrieron adversidad temprana deben enfrentarse a los retos de la adolescencia
desde una posición de desventaja; son víctimas del daño sufrido y de unos
cambios neurológicos que no pueden evitar ni controlar. Necesitan que los
adultos que los rodean se comprometan en el esfuerzo de reactivar e
intensificar el vínculo de apego para sentar las bases de un funcionamiento
cerebral saludable.
Nuestro cerebro es más sensible a
las interacciones con nuestros semejantes que a cualquier otro tipo de
estímulo. Son las relaciones con otras personas las que determinan el
desarrollo de las redes neuronales que configuran nuestro sistema nervioso.
En los chicos y las chicas
víctima de maltrato se eleva el tono del sistema nervioso autónomo y provoca
hipertensión, taquicardia, diarrea, aumento de la temperatura corporal, aumento
de la tensión muscular, … y se manifiesta como hiperactividad, irritabilidad,
un exceso de alerta, tendencia a sobresaltarse con facilidad, … En esta
situación, es fácil que caigan en comportamientos impulsivo, con reacciones de
huida o de lucha explosivas y descontroladas. Tras ese estado se producirá un
agotamiento de la respuesta y caerán hacia el otro extremo, activándose la rama
parasimpática que les hará caer en estados de astenia, depresión y
desmotivación, falta de energía, embotamiento emocional y falta de reactividad
a los estímulos del entorno.
Muchas investigaciones han
corroborado la relación entre las experiencias de maltrato en la infancia y la
aparición de trastornos psiquiátricos en la adolescencia y la vida adulta. Las
evidencias son sólidas, un estudio prospectivo reciente relaciona
psicopatología en el adulto con antecedentes de maltrato, especialmente con
negligencia y abuso emocional.
Es importante aclarar que la
responsabilidad del origen de los malos tratos no es únicamente atribuible a la
familia. La sociedad y la cultura en la que vivimos producen contextos,
instituciones y creencias que promueven la violencia y los malos tratos. El
modelo económico dominante, con su funcionamiento y estructura, provoca
injusticia, desigualdades sociales y situaciones de estrés e inseguridad en
algunos casos muy graves.
El carácter distinto, agravado
y resistente al tratamiento de los problemas psíquicos que sufren las personas
con antecedentes de maltrato en la infancia ha hecho surgir la idea de que
quizá se trate de trastornos con síntomas muy similares a los que tienen otro
origen, pero con un sustrato neurobiológico diferente; serían ecofenotipos, tal
y como han propuesto Teichner y Samson.
En el modelo psicopatológico tradicional nos
encontramos con ciertas conductas y pensamientos, los etiquetamos como síntomas
y los remitimos a una anomalía subyacente en el interior del individuo (en el
cerebro). En este sentido se plantea un debate en torno a las clasificaciones
de trastornos mentales y su utilidad, puesto que utilizamos esas "etiquetas
psiquiátricas" para explicar las conductas del sujeto (las mismas que nos
indicaron el diagnóstico). Parece que no solo es necesario conocer la
neurobiología, sino que es fundamental considerar la influencia del entorno en
las personas, en particular el contenido de las relaciones interpersonales.
Si la salud mental y física del adulto depende del
funcionamiento integrado de su sistema nervioso y este depende a su vez del
neurodesarrollo moldeado por las relaciones interpersonales, tendremos que
concluir que estas van a determinar la salud mental y física del adulto.
Fuente: Benito
Moraga, R. "Cerebros moldeando otros cerebros". Desclée De Brouwer. Bilbao
2004.
Por otra parte, la cárcel es
en sí mismo un entorno total y maltratante. LA VIDA EN LA CÁRCEL Y SUS
CONSECUENCIAS:
Vivir en prisión no implica
únicamente la falta de libertad, también conlleva la pérdida de relaciones y
contactos sociales, falta de seguridad personal y la exposición a riesgos
importantes para la salud física y mental. Se trata de espacios de exclusión e
inseguridad que comprometen gravemente la identidad y la intimidad, con
consecuencias terribles a nivel físico y psicológico que ya fueron expuestas
por Valverde Molina en 1993.
Como consecuencia del
encarcelamiento se observa en las personas presas un proceso denominado
prisionización.
Cristina Moreno García-Conde
defiende en su tesis Consecuencias psicológicas del encarcelamiento a larga
duración:
"Tras la entrada en prisión
debida al incumplimiento de la ley que lleva a consumar una pena junto con la
privación de libertad, provoca en los internos de forma no consciente la
adquisición de nuevas conductas y valores generados por la subcultura
carcelaria; todo ello siendo influidos por factores como la personalidad de
cada individuo, la situación creada y sus circunstancias. Como consecuencia de
ello, se generan diferentes formas de adaptación a este nuevo contexto
(Echeverri Vera, 2010). Según lo recogido por Echeverri Vera (2010), este
proceso no solo afecta a la conducta, sino que también tendrá repercusión en
las consecuencias psicológicas de los reclusos. Por lo tanto, estas
consecuencias negativas generadas por el proceso de prisionización, se
consideran un efecto perjudicial como consecuencia de la entrada en prisión. En
cuanto a los distintos efectos nocivos de este proceso, autores como Arroyo y
Ortega (2009), diferencian tres niveles de afectación según el momento
adaptativo en el que se encuentren: con la entrada en prisión se observa una
respuesta regresiva y anhelante; en casos de inadaptación a la situación
penitenciaria, se evoluciona a un desajuste en pautas de conducta con
reacciones violentas además de a un daño a nivel afectivo con características
de ansiedad y depresión. En caso de continuar con deterioro, se observa un
nuevo estadío, donde se encuentra una patología mental severa (citado por
Altamirano Argudo, 2013 p. 113). Adicionalmente, Herrera y Expósito (2010)
añaden dos efectos más como consecuencia de este proceso de prisionización: un
acrecentamiento en cuanto a la condición de dependencia, así como una
desvalorización del propio individuo (citado por Altamirano Argudo, 2013, p.
113)".
Tras su estudio, establece como
las consecuencias más destacadas las siguientes:
- Baja autoestima: poco aprecio hacia uno mismo
- Ansiedad: estado de activación e inquietud
permanente
- Somatización: conversión de problemas psíquicos
en síntomas físicos como la fatiga o el dolor de cabeza
- Insomnio: dificultad para conciliar o mantener
el sueño. Puede estar generado tanto por el consumo de sustancias como por la
depresión.
- Presentismo y ausencia de expectativas: pérdida
del sentido del futuro
- Pérdida de control: deterioro en el dominio a la
hora de actuar
- Pérdida de la vinculación con la familia:
abandono del rol llevado a cabo en la familia y grupo de amigos previo al
encarcelamiento
- Desproporción reactiva: respuestas exageradas
ante situaciones con poca importancia pudiendo generar conflictos con otros
presos o con el centro
- Pérdida de intimidad: ausencia de momentos
personales de tranquilidad y reflexión
- Baja socialización: disminución del
comportamiento social
- Síndrome amotivacional: falta de interés en los
distintos ámbitos de la vida
- Psicosis: alteración en la percepción de la
realidad y de la personalidad
- Consumo de sustancias: adquisición y consumo de
sustancias estupefacientes desarrollando alcoholismo o toxicomanía con el
objetivo de anular recuerdos o normalizar afectos o ansiedad.
- Depresión: disminución del estado anímico que
genera consecuencias graves a nivel físico y psicológico
- Reexperimentación del trauma: aparición de
recuerdos intrusivos del momento traumático generando angustia.
- Evitación y embotamiento emocional: rehuir de
situaciones que recuerden al trauma pudiendo generar falta de reacciones
afectivas.
- Despersonalización: sentimiento de extrañeza
hacia uno mismo o hacia el propio cuerpo.
- Transformación de la realidad: posible aparición
de trastornos de personalidad sin rasgos característicos previos debido a un
estrés extremo
- Comportamiento atípico: junto con el problema de
la falta den control de estímulos, la persona presa realiza comportamientos
infrecuentes con respecto a su personalidad previa al trauma
- Daños neuropsicológicos: daños físicos a nivel cerebral.
Todas estas
consecuencias están basadas en estudios realizados entre el 2004 y el 2016
Fuente:
Moreno García-Conde, C. "Consecuencias Psicológicas del encarcelamiento de
larga duración". Facultad de ciencias humanas y sociales de la Universidad pontificia
de Comillas. Madrid 2018 (dirigida por Nereida Bueno Guerra)
Estudio
sobre Experiencias Adversas en la infancia (ACEs)
El
Estudio de Experiencias Adversas en la Infancia (Estudio ACE - Feliti y otros,
1998) es un estudio de investigación realizado por la organización
estadounidense de salud Kaiser Permanente y Centers for Disease Control and
Prevention. Los participantes fueron reclutados para el estudio entre 1995 y
1997. Su seguimiento a lo largo de estos años ha demostrado la relación entre
las experiencias adversas sufridas en la niñez (ACE por sus siglas en inglés)
con problemas sociales y de salud en la edad adulta. Este estudio se cita con
frecuencia como un hito notable en la investigación epidemiológica y ha dado lugar
a más de 50 artículos científicos y más de 100 presentaciones en conferencias y
talleres que analizan la prevalencia y las consecuencias de las ACE. (6)
La
pirámide ACE representa el marco conceptual que muestra cómo las experiencias
adversas tienen una estrecha relación con el desarrollo de factores de riesgo
de enfermedad e inciden el bienestar a lo largo de la vida.
Las
experiencias adversas en la niñez (ACE) son comunes. Casi dos
tercios de los participantes del estudio informaron al menos una ACE, y más de
uno de cada cinco informaron tres o más ACE. La puntuación ACE (una suma total
de las diferentes categorías de experiencias adversas, informadas por los
participantes), se utiliza para evaluar el estrés infantil acumulado. Los
hallazgos del estudio revelan reiteradamente una relación gradual de cantidad
de eventos adversos y los resultados negativos de salud e incidencia en el
bienestar a lo largo de la vida.
El
estudio ACE incluyó 10 traumas infantiles porque fueron mencionados como los
más comunes. Los primeros resultados de la investigación se publicaron en 1998,
seguidos de otras 57 publicaciones hasta 2011. Estos resultados mostraron que:
- El trauma infantil era muy común, incluso en
personas blancas de clase media, con estudios universitarios y con un excelente
seguro médico.
- Existía un vínculo directo entre el trauma
infantil y la aparición de enfermedades crónicas en la edad adulta, así como la
depresión, el suicidio, ser violento y ser víctima de violencia.
- Mayor número de tipos de trauma aumentaron el
riesgo de problemas de salud, sociales y emocionales.
- Las personas generalmente experimentaron más
de un tipo de trauma; rara vez se trata sólo de abuso sexual o sólo de abuso
verbal.
- Dos tercios de las 17.000 personas en el
estudio ACE tuvieron una puntuación ACE de al menos 1. El 87% por ciento de
ellos tenía más de uno.
El
estudio ha sido replicado numerosas veces en diferentes países y estados.
Actualmente
no se pone en duda la importancia de estas experiencias en el correcto
desarrollo y funcionamiento del Sistema Nevioso, sino que por parte de
numerosos investigadores de reconocido prestigio se estudia qué tipo de
situación adversa afecta a qué estructura cerebral dependiendo del momento del
desarrollo en el que se produce (edad de la persona que sufre la situación
adversa), y de su género (estudios diferenciales por género).
Fuente: Ponencia
del doctor Martin H. Teichner (Departmen of Psychiatry Harvard Medical School. Developmental Biopsychyatry Research Program, McLean Hospital)
"Maltrato infantil: periodos sensitivos de exposición y la importancia del tipo
y temporalidad del abuso" en las IV Conversaciones sobre Apego y Resiliencia
Infantil, San Sebastian, octubre 4-5, 2019:
Cuestionario
básico utilizado en el Estudio ACE (...)